Hoy no corrí el maratón. Si, con todo el dolor de mi corazón no participé. Hace un par de días fui por mi paquete de competición, ya sabemos, la bolsa, regalos —más bien muestras— de los patrocinadores, y la playera. Una bonita playera con una gran X en la espalda. El ambiente de la fiesta del maratón se sentía y aún así sabía ya que no correría el día de hoy. ¿Por qué no corrí? Por básicamente dos eventos que interrumpieron mi entrenamiento y que me llevaron a aprender algo de ser corredor que no sabía de mí mismo. Veamos: Después de mi entrenamiento de 24 km, que tocaba en junio, el cual hice y me sentí muy bien, y pues después de un domingo de 24 km, tocaba trote suave el martes, a principios de julio, así que salí a trotar al Parque Hundido... si, ese que está en Insurgentes al sur, el mismo donde el inteligente mirrey delegado de la Benito Juárez cercenó un trozo del parque para hacer un baño para perros. Los dueños de los perros de la zona, la "gente bonita",...